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Cine de Hispanoamérica
Se denomina Cine hispanoamericano al conjunto de producciones cinematográficas de los artistas, productores y técnicos de Hispanoamérica, la región de América donde el español es la lengua principal. Este término abarca las cinematografías de países como Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, y se extiende a colaboraciones con otros países de tradición hispana como España, Estados Unidos (especialmente producciones en español) y Filipinas.
Historia
El cine comenzó a llegar a Hispanoamérica tímidamente a finales del siglo XIX. Desde esa época, los equipos de rodaje, proyección y profesionales promovieron el desarrollo inicial de producciones en la región.[1] Este proceso estuvo ligado a la expansión de la industria y la tecnología, apoyado principalmente por el poder económico y político, que permitió su instalación en gran parte del mundo.
Poco a poco, se desarrolló una poderosa industria cultural y comunicacional que alimentó la actividad cinematográfica y transnacionalizó modelos de producción y consumo que se aplicaron rápidamente en Hispanoamérica.[2]
El cine mudo en Hispanoamérica
En 1897, varios países hispanoamericanos vieron nacer sus primeras cintas, y otros lo hicieron antes de finalizar el siglo. Gran parte del cine hispanoamericano de esta etapa ha desaparecido, y solo se ha conservado una pequeña fracción.[3] Las cintas preservadas datan mayoritariamente de la etapa siguiente, que se extiende hasta comienzos de los años treinta. Por ejemplo, se estima que subsiste aproximadamente el 8,5 % del cine mudo chileno (considerando solo la ficción) y el 5 % del argentino.[4]
El cine sonoro en Hispanoamérica
La llegada del cine sonoro alrededor de 1933 marcó un hito en la producción cinematográfica hispanoamericana. La infraestructura técnica requerida era compleja y costosa, lo que concentró la producción en las capitales y marginó al cine rural. Esto limitó las posibilidades de desarrollar industrias cinematográficas en países más pequeños.
La adopción de subtítulos como método de traducción favoreció a las grandes industrias de Argentina y México, que adaptaron modelos de producción similares a los de Hollywood, creando sus propios géneros y estrellas.[3]
El cine en cada país
El cine hispanoamericano ha enfrentado desafíos económicos y culturales que han limitado su desarrollo. “Con mayor claridad que en otros cines, el desarrollo de la industria y el arte cinematográfico se ha dado en paralelo al desarrollo capitalista”.[5] La producción cinematográfica ha dependido de la capacidad económica de cada país y del tamaño de sus mercados internos. Desde el origen del cine sonoro en 1930 hasta 1996, el 89 % de la producción cinematográfica hispanoamericana se concentró en Argentina y México.
Hasta mediados del siglo XX, el cine mexicano y argentino tuvieron una presencia significativa, con figuras como Cantinflas y Libertad Lamarque. Sin embargo, a partir de la década de 1960, su influencia internacional disminuyó. En esa década, surgió la noción de un "cine hispanoamericano" unificado, definido no solo por el idioma, sino por temáticas, estéticas y la aspiración de construir un mercado regional integrado que reflejara las realidades de sus espectadores.
Argentina
En Buenos Aires, el cine prosperó en sus inicios, especialmente en los años treinta, retratando con frescura sus barrios y su gente. Con la llegada del cine sonoro, Argentina se consolidó como el principal centro de producción en lengua española, con más de 30 estudios y cerca de 4.000 técnicos y actores, produciendo 50 películas en 1939. La Segunda Guerra Mundial ralentizó esta actividad, pero la industria argentina ha seguido creciendo, convirtiéndose en una de las más importantes de Hispanoamérica. El país ha ganado dos Premios Óscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa: La historia oficial (1986) y El secreto de sus ojos (2010).
Bolivia
El cine boliviano comenzó en la segunda década del siglo XX. La obra de Jorge Sanjinés, como Ukamau (1966) y La nación clandestina (1989), del grupo Ukamau, es un referente clave del cine boliviano, destacado por su enfoque en las realidades indígenas y sociales.
Chile
El cine chileno vivió su apogeo en 1942, con apoyo estatal para producir filmes inspirados en el modelo de Hollywood. En 1938, había unas 250 salas de cine en el país. Sin embargo, tras la quiebra de Chile Films, la producción decayó hasta los años sesenta. La crisis económica y la penetración de la televisión en los setenta redujeron las salas a unas 50. Actualmente, Chile experimenta una gran actividad cinematográficoa con reconocimientos como el Óscar a Una mujer fantástica (2018).[6]
Colombia
El cine mudo colombiano, entre 1922 y 1928, produjo unos 12 largometrajes, influenciados por compañías teatrales españolas. En los años treinta, una ley de protección al cine nacional fue derogada por presión de Estados Unidos. En 1957, había un promedio de cuatro espectadores por año, y las salas se triplicaron en los años cincuenta.
Cuba
Hasta los años veinte, el cine cubano se centró en contenidos sociales, aunque predominaban melodramas y comedias. Tras 1959, se orientó hacia la propaganda estatal, pero filmes como Los sobrevivientes y La muerte de un burócrata destacaron por su calidad. Las coproducciones con directores extranjeros desde los noventa han permitido cierta autonomía.[7] La primera película sonora, La serpiente roja (1937), marcó un hito.
Ecuador
La primera película sonora, Se conocieron en Guayaquil (1950, Alberto Santana), tuvo éxito comercial, pero el cine ecuatoriano ha sufrido una producción intermitente debido a limitaciones económicas.
México
Tras un auge en el cine mudo, la producción mexicana cayó tras 1925 debido a la competencia de Hollywood. La edad de oro del cine mexicano (1936-1957) se benefició del apoyo del presidente Lázaro Cárdenas, promoviendo la "mexicanidad". Figuras como María Félix y Cantinflas impulsaron su expansión. En 1950, México producía 121 películas anuales para 2.500 salas y 162 millones de espectadores.
En 2014, Alfonso Cuarón se convirtió en el primer director hispanoamericano en ganar un Óscar a Mejor Director, seguido por Alejandro González Iñárritu, quien lo ganó por Birdman (2015) y El renacido (2016). El fotógrafo Emmanuel Lubezki también ha sido premiado tres veces por su trabajo.
Paraguay
El cine llegó a Paraguay en 1900, pero el primer largometraje, Cerro Corá, se estrenó en 1978. La producción moderna comenzó con María Escobar (2002), y títulos como Hamaca Paraguaya (2006) y 7 cajas (2012) han ganado reconocimiento internacional. Muchas películas incorporan el guaraní, el segundo idioma oficial. El Festival Internacional de Cine Arte & Cultura - Paraguay, creado en 1990, es un referente.
Perú
En 1954, Perú tenía 243 cines para 9 millones de habitantes. La cultura inca ha influido en su cine, especialmente en los años sesenta, con trabajos indigenistas como los de Manuel Chambi.
Puerto Rico
Desde los años cincuenta, Puerto Rico desarrolló una escuela documentalista liderada por Willard van Dyke, aunque gran parte de su producción comercial se destinó a la comunidad puertorriqueña en Estados Unidos.[5]
Uruguay
Con una población de 3.6 millones, Uruguay mantiene una producción cinematográfica regular. El Festival de Cine de Punta del Este destaca el cine documental y experimental. El cine uruguayo ha ganado reconocimiento en el género de terror, con directores como Federico Álvarez y Gustavo Hernández.
Venezuela
Las primeras proyecciones en Venezuela datan de 1897 en Maracaibo. Pioneros como Manuel Trujillo Durán y Lucas Manzano produjeron filmes mudos como La dama de las cayenas (1916). La producción ficcional fue limitada, y la industria se centró en documentales y noticieros. Bolívar Films, fundada en 1939, se consolidó como una productora clave. Las primeras películas sonoras incluyen La Venus de nácar (1932) y Taboga (1938).
Co-producciones en el cine hispanoamericano
Las co-producciones han sido un pilar fundamental para el cine hispanoamericano, permitiendo superar limitaciones económicas y técnicas mediante la colaboración entre países de tradición hispana, tanto en Hispanoamérica como en otras regiones como España, Estados Unidos y Filipinas. Estas asociaciones han enriquecido la producción cinematográfica, fomentando el intercambio cultural y la diversificación de perspectivas.
Las co-producciones han permitido a Hispanoamérica acceder a recursos técnicos, financieros y de distribución, fortaleciendo su presencia en festivales internacionales. Además, han fomentado la creación de redes de cineastas, como la colaboración entre directores chilenos y mexicanos en los años ochenta, o el trabajo conjunto entre Argentina y España en los noventa. Estas asociaciones no solo han elevado la calidad técnica, sino que han enriquecido las narrativas al integrar perspectivas diversas dentro del mundo hispanohablante.
Co-producciones dentro de Hispanoamérica
Países como Argentina, México y Chile han liderado co-producciones regionales. Un ejemplo emblemático es No (2012, Chile-México), dirigida por Pablo Larraín, que combinó talento chileno con financiamiento y distribución mexicanos, logrando una nominación al Óscar. Otro caso es Y tu mamá también (2001, México), que, aunque principalmente mexicana, contó con apoyo de productores argentinos y españoles, consolidando su impacto global. Estas colaboraciones han permitido a países con industrias más pequeñas, como Bolivia o Paraguay, participar en proyectos de mayor envergadura, como La nación clandestina (1989, Bolivia), coproducida con México.
Co-producciones con España
España ha sido un socio clave debido al idioma compartido y su sólida industria cinematográfica. Películas como El laberinto del fauno (2006, México-España), dirigida por Guillermo del Toro, combinaron la estética mexicana con la experiencia técnica española, resultando en un éxito internacional con tres Premios Óscar. Otro ejemplo es Relatos salvajes (2014, Argentina-España), producida por los hermanos Almodóvar, que destacó por su impacto en festivales y taquilla global. Estas co-producciones suelen beneficiarse de programas como Ibermedia, que desde 1998 fomenta la colaboración entre países iberoamericanos.
Co-producciones con Estados Unidos
En Estados Unidos, la creciente comunidad hispanohablante ha impulsado producciones en español o bilingües. Películas como Roma (2018, México-Estados Unidos), dirigida por Alfonso Cuarón, contaron con el apoyo de productoras estadounidenses como Netflix, lo que amplificó su alcance global y le valió un Óscar a Mejor Película Internacional. Asimismo, directores como Alejandro González Iñárritu han trabajado en proyectos con financiamiento estadounidense, manteniendo narrativas hispanoamericanas, como en Amores perros (2000).
Co-producciones con Filipinas
Aunque menos frecuentes, las co-producciones con Filipinas han ganado relevancia en el cine de habla hispana. Filipinas, con su legado hispánico, ha colaborado en proyectos que exploran temas históricos y culturales compartidos. Por ejemplo, la película Ignacio de Loyola (2016, Filipinas-España), coproducida con España, aborda la vida del santo español desde una perspectiva filipina, utilizando el español como lengua principal. Estas colaboraciones refuerzan los lazos históricos entre Hispanoamérica y Filipinas, promoviendo un cine que trasciende fronteras geográficas.Impacto de las co-producciones.
El nuevo cine hispanoamericano
En los años sesenta, el "nuevo cine hispanoamericano" emergió bajo la influencia del neorrealismo italiano y movimientos de cine social, buscando contrarrestar los modelos comerciales de Hollywood y reflejar la realidad social de la región. El Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (1967), liderado por el chileno Aldo Francia, el cubano Alfredo Guevara y el argentino Edgardo Pallero, marcó un hito al reunir a cineastas de toda Hispanoamérica.
En esta época destacaron realizadores como los argentinos Fernando Birri, Fernando Solanas y Leonardo Favio, los cubanos Tomás Gutiérrez Alea y Santiago Álvarez, los uruguayos Mario Handler y Ugo Ulive, y los chilenos Raúl Ruiz, Miguel Littín y Lautaro Murúa. Durante los setenta, las dictaduras militares en países como Chile y Argentina paralizaron la producción y forzaron el exilio de muchos cineastas. Por ejemplo, Miguel Littín produjo Alsino y el cóndor (1982) y Sandino (1989) en Nicaragua, esta última coproducida con México y España.
A finales del siglo XX, una nueva ola creativa abordó temas como la marginalidad, los dilemas contemporáneos y las dictaduras, con producciones destacadas en Argentina, Chile, México, Cuba, Bolivia, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela.[1]
Nuevas tecnologías
Las nuevas tecnologías han transformado el cine hispanoamericano, impactando su economía, industria y comercio. La digitalización ha reducido costos de producción y distribución, permitiendo a países con industrias pequeñas, como Ecuador o Paraguay, aumentar su producción. Sin embargo, la dependencia de contenidos estadounidenses en cines y televisión sigue siendo un desafío.[2]
Festivales y premios
El Premio Platino es el galardón más importante del cine iberoamericano, incluyendo Hispanoamérica y España.[8] En México, el Premio Ariel es el más prestigioso.[9]
Festivales destacados
- Argentina: Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
- Chile: Festival Internacional de Cine de Valdivia
- Colombia: Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias
- Ecuador: Festival de Cine de Cuenca, Festival Internacional de Cine de Guayaquil
- México: Festival Internacional de Cine de Guadalajara, Festival Internacional de Cine de Morelia
- Perú: Festival de Cine de Lima
- Uruguay: Festival Internacional de Cine de Montevideo
- Venezuela: Festival del Cine Venezolano
Participación en Premios Óscar
- Argentina: Dos Óscar a Mejor Película Internacional con La historia oficial (1986) y El secreto de sus ojos (2010), con un total de 7 estatuillas.[10]
- Chile: Dos Óscar, uno por Una mujer fantástica (2018) y otro por el cortometraje animado Historia de un oso.
- México: 24 premios, incluyendo Roma (2019) como Mejor Película Internacional y galardones para directores como Cuarón e Iñárritu.
Véase también
- Cine de Argentina
- Cine de Bolivia
- Cine de Chile
- Cine de Colombia
- Cine de Costa Rica
- Cine de Cuba
- Cine de Ecuador
- Cine de El Salvador
- Cine de España
- Cine de Estados Unidos
- Cine de Filipinas
- Cine de Honduras
- Cine de México
- Cine de Paraguay
- Cine del Perú
- Cine de Puerto Rico
- Cine de República Dominicana
- Cine de Uruguay
- Cine de Venezuela
Referencias
- ↑ 1,0 1,1 «Cine latinoamericano».
- ↑ 2,0 2,1 Getino, Octavio (1986). Cine y nuevas tecnologías audiovisuales. Cine latinoamericano, economía y nuevas tecnologías. Argentina: Editorial Legasa S. A
- ↑ 3,0 3,1 Carro, Nelson. (1997). Un siglo de cine en América Latina. Política y Cultura, primavera, pp. 241-246
- ↑ «Para preservar el patrimonio fílmico».
- ↑ 5,0 5,1 Pardo, Juan Manuel (1996). Un siglo de cine en América Latina. Travesías: política, cultura y sociedad en Iberoamerica, pp. 341-349
- ↑ «Memoria Chilena».
- ↑ «Inicios del cine en Cuba». Consultado el 28 de enero de 2025.
- ↑ «Premios PLATINO del Cine Iberoamericano». Consultado el 4 de mayo de 2017.
- ↑ «Premio Ariel». Consultado el 4 de mayo de 2017.
- ↑ «Argentina y los Oscar».