Pie castellano

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Pie castellano
Magnitud Longitud
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El pie castellano, también conocido como pie de Burgos, es una unidad de longitud tradicional de origen antropométrico, utilizada ampliamente en España y sus territorios de ultramar hasta el siglo XIX. Con una longitud de 0,278635 metros (27,8635 cm), era ligeramente más corto que el pie romano (0,2957 m) y servía como base para otras unidades tradicionales, como la vara castellana y la legua.[1] Esta unidad fue fundamental en la arquitectura, la agrimensura, el comercio y la administración colonial durante el Imperio español, y su legado perdura en documentos históricos y construcciones emblemáticas.

Origen y contexto

El pie castellano tiene sus raíces en las medidas antropométricas, derivadas de la longitud promedio del pie humano, similar al pie utilizado en otras culturas antiguas como Roma, Grecia y Egipto. En Castilla, el pie se estandarizó en torno a la ciudad de Burgos, un centro administrativo y comercial clave durante la Edad Media y la Edad Moderna. Según el sacerdote Bernard Lamy en su obra Apparatus (1696), el pie de Burgos equivalía a 1 8.5/11 codos romanos, lo que resultó en una longitud aproximada de 27,8635 cm.[2]

El pie castellano era la unidad básica del sistema de medidas de Castilla, subdividiéndose en 12 pulgadas castellanas (23,22 mm) o 16 dedos, y sirviendo como base para unidades mayores como la vara castellana (3 pies, 0,835905 m) y la legua (20,000 pies, 5572,7 m).[3] Su versatilidad lo convirtió en una herramienta esencial en contextos prácticos y administrativos.

Uso en España

El pie castellano fue una unidad central en Castilla, utilizada en múltiples ámbitos:

  • Arquitectura: En proyectos renacentistas como el Monasterio de El Escorial, el pie castellano se combinaba con el codo real para diseñar proporciones armónicas. Arquitectos como Juan de Herrera emplearon esta unidad para garantizar precisión en estructuras monumentales.[4]
  • Agrimensura: El pie castellano se usaba para medir tierras agrícolas y urbanas, especialmente en la planificación de villas y ciudades. Era común en los repartimientos de tierras durante la Reconquista.
  • Comercio: En mercados y gremios, el pie servía para medir telas, madera y otros productos, con la pulgada castellana como submúltiplo para mayor precisión.

En otras regiones de España, como Aragón, se usaba un pie más corto (aproximadamente 25,6 cm), estandarizado en las Cortes de Monzón de 1553, pero el pie castellano predominó en los contextos oficiales y coloniales debido a la hegemonía de Castilla.

Pie cuadrado castellano

El pie cuadrado castellano era una unidad de superficie, equivalente a un cuadrado de un pie castellano de lado, es decir, 0,077637 . Esta medida se utilizaba en la planificación de terrenos y en documentos legales relacionados con la propiedad de tierras, tanto en España como en sus colonias.

Uso en los territorios de ultramar

Durante el Imperio español (siglos XV-XIX), el pie castellano fue la unidad de longitud principal en los territorios de ultramar, especialmente en América y Filipinas. Las Leyes de Indias, que regulaban la fundación de ciudades coloniales, establecieron el pie castellano como referencia para medir solares, calles y edificios públicos en ciudades como México, Lima, Bogotá y Manila.[5]

  • Arquitectura: Catedrales como la de México, Santo Domingo y Lima, así como fortalezas como San Juan de Ulúa, se diseñaron utilizando el pie castellano para garantizar proporciones coherentes. La influencia renacentista en estas construcciones requería medidas precisas basadas en el pie y el codo.
  • Agrimensura: En los territorios de ultramar, el pie castellano se usaba para delimitar tierras en encomiendas, haciendas y repartimientos. Documentos coloniales, como los protocolos de tierras, expresaban medidas en pies y varas castellanas.
  • Minería: En minas como las de Potosí y Zacatecas, el pie castellano complementaba a la braza y el codo para medir túneles y estructuras subterráneas.

La estandarización del pie castellano en los territorios de ultramar enfrentó desafíos debido a las variaciones locales y la falta de instrumentos precisos. La Corona española intentó uniformar las medidas mediante reales cédulas, pero las prácticas regionales a menudo persistían, especialmente en áreas rurales.

Relación con otras unidades

El pie castellano era la base de un sistema de medidas interconectado:

  • Pulgada castellana: 1/12 del pie, equivalente a 23,22 mm.
  • Vara castellana: 3 pies, equivalente a 0,835905 m.[6]
  • Legua castellana: 20,000 pies, equivalente a 5572,7 m, usada para medir distancias largas y estimar el tiempo de desplazamiento (una hora de camino a pie).[7]
  • Codo real: En Castilla, el codo real (0,5747 m) equivalía a aproximadamente 2,06 pies castellanos, conectando con el sistema de medidas arquitectónicas.

Estas unidades, junto con el paso y la braza, formaban un sistema coherente que facilitaba la medición en diversos contextos, desde la construcción hasta la navegación.

Declive y legado

Con la adopción del Sistema Internacional de Unidades en España, oficializada en 1858, el pie castellano fue reemplazado por el metro. Sin embargo, su uso persistió en contextos tradicionales, como la construcción rural, el comercio textil y la agrimensura, hasta principios del siglo XX. En los territorios de ultramar, la transición al sistema métrico fue más lenta, especialmente en áreas rurales de América Latina.

El legado del pie castellano perdura en la arquitectura histórica, como el Monasterio de El Escorial, las catedrales coloniales y los documentos de agrimensura colonial. Estos registros proporcionan información valiosa sobre la planificación urbana y territorial del Imperio español. Además, el pie castellano refleja la importancia de las medidas antropométricas en la historia de la metrología.

Véase también

Bibliografia

  • «Antiguas medidas». Villa de Alcazarén. Consultado el 22 de diciembre de 2016. 
  • «Real Orden de 9 de diciembre de 1852». Centro Español de Metrología. Consultado el 22 de diciembre de 2016. 
  • Fariña Tojo, José (2001). La ciudad y el medio natural. Ediciones AKAL. p. 45. ISBN 9788446016571. 
  • Lamy, Bernardo (1696). Aparato para entender con mayor facilidad y claridad la Sagrada Biblia en lengua vulgar. Madrid: Imprenta Real. 
  • De la Cuadra Blanco, Juan Rafael (2009). «Génesis de las medidas de El Escorial. Herodoto y la cuestión del codo bíblico». En Ministerio de Educación, ed. El Escorial: arte, ciencia y matemáticas (Madrid): 181-234. ISBN 978-84-369-5019-9. 
  • Puig y Larraz, Gabriel (1857). Tratado de las medidas y pesos de España y América. Madrid: Imprenta Nacional. pp. 38-40. 

Referencias

  1. «Antiguas medidas». Villa de Alcazarén. Consultado el 22 de diciembre de 2016. 
  2. Lamy, Bernardo (1696). Aparato para entender con mayor facilidad y claridad la Sagrada Biblia en lengua vulgar. Madrid: Imprenta Real. 
  3. Fariña Tojo, José (2001). La ciudad y el medio natural. Ediciones AKAL. p. 45. ISBN 9788446016571. 
  4. De la Cuadra Blanco, Juan Rafael (2009). «Génesis de las medidas de El Escorial. Herodoto y la cuestión del codo bíblico». En Ministerio de Educación, ed. El Escorial: arte, ciencia y matemáticas (Madrid): 181-234. ISBN 978-84-369-5019-9. 
  5. Puig y Larraz, Gabriel (1857). Tratado de las medidas y pesos de España y América. Madrid: Imprenta Nacional. pp. 38-40. 
  6. «Real Orden de 9 de diciembre de 1852». Centro Español de Metrología. Consultado el 22 de diciembre de 2016. 
  7. Fariña Tojo, José (2001). La ciudad y el medio natural. Ediciones AKAL. p. 45. ISBN 9788446016571.