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Cerco de Logroño
Cerco de Logroño | ||||
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Fecha | mayo y junio de 1521 | |||
Lugar | Logroño, Reino de Castilla (actualmente La Rioja, España) | |||
Resultado | Victoria decisiva castellana | |||
Bajas | ||||
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El Cerco de Logroño, también conocido como Sitio de Logroño, tuvo lugar durante los meses de mayo y junio de 1521 en los prolegómenos de la Guerra de los Cuatro Años, también llamada Guerra italiana de 1521–1526.
Enfrentó a un ejército francés comandado por André de Foix, Señor de Asparros, contra tropas castellanas encerradas en la ciudad para su defensa y dirigidas por varios oficiales como Pedro de Beaumont, Pedro Vélez de Guevara o Diego de Vera.
El sitio acabó con las tropas del general francés viéndose obligadas a poner pies en polvorosa el 11 de junio de 1521. Puesto que ese día coincidía con el de San Bernabé, los logroñeses establecieron un "Voto" a este santo, en conmemoración de la victoria. Aquel Voto de San Bernabé fue el germen de las actuales Fiestas de San Bernabé, que son las patronales de la ciudad.
Contexto
El Cerco de Logroño de 1521 fue un episodio bélico que tuvo lugar en el contexto más amplio de la primera guerra sostenida por los monarcas Carlos I de España y Francisco I de Francia. Sería la primera de varias en las que se dirimirá la hegemonía en Europa. En ella se mezclaron factores explicativos diversos como la elección del trono imperial, la conquista del reino de Navarra y el levantamiento de las Comunidades de Castilla. La iniciativa partió de Francisco I, que apoyaba las reivindicaciones de Enrique de Albret al trono de Navarra (en realidad la Alta Navarra, ocupada por Fernando el Católico en 1512) y que vio en los problemas internos de Castilla y Aragón, una oportunidad perfecta para debilitar a su rival.
Para ello dispuso la realización de una campaña de recuperación encabezada por André de Foix, Señor de Asparros, primo del aludido Enrique de Albret y miembro de la influyente familia Foix-Lautrec. Se puso a su disposición un ejército compuesto por entre 12 y 30 mil soldados (la cifra varía según la fuente consultada), mayoritariamente gascones y bearneses, al que posteriormente se sumarían algunas tropas procedentes de Navarra.
Se considera que la ofensiva comenzó el 12 de mayo con el ataque y toma de San Juan de Pie de Puerto y prosiguió con la del Peñón inmediatamente después. Desprovisto de tropas con las que defenderse debido a la revuelta comunera, el Virrey de Navarra, Antonio Manrique de Lara, Duque de Nájera, huyó de Pamplona el 17 de mayo. Dos días más tarde, Asparros se presentaba ante la ciudad, que le abrió las puertas. Acompañaba a la llegada de las tropas de André de Foix el levantamiento de varias localidades navarras como Estella o Sangüesa. En los siguientes días el dominio castellano se desintegraba en todo el reino: Lumbier, Tafalla, Puente la Reina... El día 30 de mayo Tudela rendía pleitesía a Enrique y con ella toda la Ribera. El 3 de junio caía Viana.
Desde la misma Viana escribía el general a su soberano sopesando la opción de realizar un ataque preventivo en la orilla sur del Ebro debido a la concentración enemigas de tropas que se estaba produciendo. Ofrecía dos posibles objetivos: Navarrete o Logroño.[3] Poco después debió de recibir instrucciones de atacar la segunda ya que en su despacho de 8 de junio indicaba al monarca que "siguiendo vuestro deseo pasé antes de ayer el río Ebro para ver si yo podía tomar esta villa de Logroño".[4]
El cerco
La ofensiva comenzó el 12 de mayo con el ataque y toma de San Juan de Pie de Puerto y prosiguió con la del Peñón inmediatamente después. El general francés disponía de entre 8.000 y 30.000 efectivos, mayoritariamente franceses. En Logroño había entonces unos 2000 soldados llegados en dos contingentes los días anteriores, uno al mano de Pedro de Beaumont, y el otro al de Pedro Vélez de Guevara. Con este último cuatro cañones y 120 escopeteros,[5] cuyo papel fue determinante para frustrar el cerco al impedir que la batería real francesa pudiera aproximarse a las murallas y disparar con mayor puntería. A esta cantidad se sumarían los refuerzos conducidos días después por el capitán Collazos y por Diego de Vera, que pudieron burlar el bloqueo enemigo. Este último, según reconocía el propio Asparros en su misiva de 8 de junio, era incompleto ya que no podía confiar en la moral, disciplina y eficacia de sus tropas, y porque escaseaba la caballería. Según confesaba a su rey, la ciudad estaba lejos de la indefensión: "aunque la muralla de la ciudad no es muy fuerte, la han reparado bien y está muy bien artillada". No en vano Logroño llevaba meses de preparativos ante la eventualidad de una agresión externa.[6]
En lugar de dirigirse directamente a Logroño siguiendo el Camino de Santiago, las huestes francesas se trasladaron a un bosquecillo a orillas del Ebro llamado Soto del Rey, frente a la localidad de Agoncillo. Por allí atravesaron el río. Tanto esta villa como la vecina Murillo de Río Leza sufrieron el pillaje de las tropas invasoras. Una vez salvado el obstáculo geográfico, se dirigieron hacia Logroño acampando en algún lugar del oriente de la ciudad. El 6 de junio, según informaba Asparros, se plantó la batería real a cargo del responsable de artillería, Lacapelle, auxiliado por el lugarteniente de la expedición, Santa Coloma. Los bombardeos empezaron de inmediato, prolongándose a lo largo de los siguientes cuatro días.
La documentación conservada en la Cámara de Castilla corrobora el pillaje de otras localidades próximas a la ciudad: Alberite, Albelda, Lardero y Villamediana.[7] El peligro de ataques a esa zona motivó el envío de un pequeño contingente de soldados castellanos a estas poblaciones, encabezado por Beltrán de la Cueva y Gutierre Quijada.[8] Además de los daños causados en las villas sometidas al robo, los logroñeses denunciaron otros causados por los sitiadores al arrasar varias fincas con el fin de asentar la batería y el campamento.
Pese a los cuatro días batiendo sus muros, no tenemos noticias en la documentación de enfrentamientos cuerpo a cuerpo. El único en hacer una alusión a la posibilidad de que la artillería gala lograse hacer brecha en las murallas es el Cardenal Adriano, quien afirma en un despacho a Carlos I que "les tuvieron el sábado pasado [8 de junio] las puertas abiertas y jamás osaron entrarla ca en ella había muy buena gente y bien experimentada".[9]
La situación se fue deteriorando rápidamente para las tropas francesas, a las que se les debían soldadas y pasaban hambre por falta de víveres. Pese a ello, André de Foix perseveró a la espera del estallido de dificultades similares intramuros, y del deseado avivamiento de la chispa comunera en Castilla. En lo que concierne a la primera cuestión, sabemos por una información realizada a pedimento de la viuda de Gonzalo de Oviedo, soldado defensor, que hubo un conato de motín que fue sofocado rápidamente por su buen hacer.[10] Respecto a lo segundo, aunque María Pacheco respondería por carta a sus requerimientos, sería en fechas posteriores y de un modo aislado en el panorama del movimiento.[11]
Así las cosas y ante las noticias del acercamiento paulatino de un ejército de socorro, Asparros tomó la decisión levantar el cerco y huir a toda prisa. El 10 de junio dejó las proximidades de la ciudad huyendo hacia Varea. De allí partió el día siguiente a Agoncillo, cruzando el Ebro y asentando su real nuevamente en el Soto del Rey, donde permanecería hasta el 19 de junio. El mismo 11 por la tarde llegó la avanzadilla de las tropas castellanas con el Duque de Nájera y el Conde de Lerín al mando. Ante la noticia de la huida el Duque ordenó a Pedro de Beaumont, Pedro Vélez de Guevara y Diego de Vera que hostigasen a Asparros en su repliegue, aunque la acción no obtuvo resultados.[12] Poco después fueron llegando el resto de contingentes del ejército de socorro que confluían en Logroño no solo con el fin de levantar el cerco, sino con el de expulsar a André de Foix y sus tropas de Navarra.
Consecuencias
No resulta fácil hacer un cálculo exacto de los daños materiales causados por el sitio en la ciudad y por la campaña en la región, aunque debieron ser cuantiosos. Agoncillo o Murillo indicaron que los saqueos que sufrieron costaron 6000 y 4000 ducados respectivamente. En uno de sus privilegios, Carlos I cifra en 60 000 ducados los efectos por la destrucción de "sus heredades y arboledas".[13] Por si fuera poco, a los gastos derivados de las reparaciones y de los robos, habría que añadir los que se sumaron por las reclutas, mantenimiento y aposento de soldados, traslado de impedimentas, etc. del resto de la campaña.
Y también la pérdida de vidas. Solo disponemos, en este sentido, de los números aportados por el Duque de Nájera, quien habla de más de 300 invasores caídos por tan solo 10 o 12 defensores.[14] Sin embargo, la relación de gastos de la muralla de Logroño en 1521 destina una partida para enterradores y con el dinero asignado tan solo se sepultan 9 cuerpos de soldados franceses. Esta disparidad de cifras parece equilibrarse con la información aportada por Mártir de Anglería, quien indica que en el campamento del Soto de Rey, una vez abandonado apresuradamente por Asparros, aparecieron muertos "muchos de los enemigos, tanto agotados por la falta de lo más elemental, cuanto por las heridas recibidas en el cerco".[15]
En cualquier caso, el cerco de Logroño sirvió para desgastar a las tropas francesas y ganar tiempo para la llegada de las tropas castellanas que habrían de enfrentarse con ellas definitivamente en la Batalla de Noáin de 30 de junio de 1521. Además, a pesar de ser una acción menor, concentró la atención de las cancillerías europeas durante algunas semanas, ante la amenaza que para la seguridad de Castilla significaba una incursión de estas características. Logroño era tenida por la "llave de Castilla" y que quedase en manos francesas podía resultar un severo revés tanto en términos estratégicos como para la reputación del reino.
Si desde un punto de vista general, su eco fue limitado en el contexto de un conflicto que todavía habría de durar hasta 1525 y que sería cerrado por la mucho más célebre Batalla de Pavía, desde el local se puede afirmar que se convirtió en todo un referente simbólico para la ciudad de Logroño. La resistencia de los logroñeses mereció la concesión de varias mercedes por parte de Carlos I, entre ellas el poder adornar su escudo con las tres flores de lis de su enemigo. Y la firma del voto de San Bernabé institucionalizó un festejo que ha llegado hasta nuestros días en forma de fiestas patronales.
Mitificación

Dada la gran importancia simbólica de la victoria castellana ante un enemigo abrumadoramente superior en número y recursos, es lógico que el cerco de Logroño de 1521 haya sufrido un intenso proceso de mitificación hasta llegar a nuestros días, tanto positivamente, por los logroñeses, como negativamente, por los difusores de la Leyenda Negra anti-castellana.
A continuación se ofrece una selección de los principales mitos desarrollados a lo largo de los siglos en torno al Cerco de Logroño de 1521:
Nacionalidad: Aunque el ejército de Asparros estaba compuesto mayoritariamente por franceses, también se le unieron más tarde algunos contingentes navarros.
Número: Según el Voto de San Bernabé las tropas francesas estaban compuestas por 28 000 soldados; para Albia de Castro eran 30 000. Informes contemporáneos hablan de entre 12 y 15 000 hombres a su entrada en Navarra, pero menos de 10 000 una vez conquistada Pamplona. En Logroño, mientras tanto, se apostaban unos 2.000 soldados castellanos.
Cronología: El primero en apuntar un esbozo de cronología es Albia de Castro que sitúa el inicio de las hostilidades el 25 de mayo. Gómez recoge el dato y crea un guión temporal aún más completo. Sin embargo hay constancia de que las hostilidades comenzaron el 12 de mayo con el ataque y toma de San Juan de Pie de Puerto y prosiguieron con la del Peñón inmediatamente después.
Concejo abierto: En el Memorial de Albia de Castro, escrito en 1633 se menciona la celebración del famoso Concejo Abierto. Aunque algunos historiadores han afirmado lo contrario, la Iglesia de Santiago el Real, donde sitúa el cónclave, estaba ya disponible en gran medida, ya que aunque se hallaba en obras debido a un incendio que había sufrido, su restauración había comenzado inmediatamente tras el percance en 1500 y las obras estaban ya en avanzado proceso, siendo finalizadas en 1527.
Pan, peces, vino: Su reparto constituye en la actualidad uno de los actos estelares de las fiestas de San Bernabé. Aunque no hay evidencias de que durante el asedio hubiera que recurrir a la pesca furtiva, es lógico pensar que tuvo lugar. Pan y vino por supuesto que se utilizaron, eran alimentos básicos en la época.
Francotirador: Esta anécdota aparece citada por primera vez en la obra de Sandoval, publicada ocho décadas después del sitio. El cronista dice que un “soldado de Logroño se coló por unas tapias del muro y púsose en parte que pudo tirar a puntería. Mató uno de los principales que estaban a la mesa”. Sin embargo, Sandoval aclaró unas páginas antes que no podía ser Asparros, como especularon algunos por aquel entonces en la ciudad.[16]
Ardides: Los logroñeses no sólo hicieron alarde de valor defendiendo las murallas con sus propias manos, sino también de ingenio. Mediante diversas ardides facilitaron la derrota del invasor. Una de ellas habría sido fingir ser más número de defensores saliendo a hurtadillas de la ciudad por una de las puertas y entrando con fanfarria por otra. De esta manera confundieron a Asparros hasta el punto de que escribió a su rey cuantificando a los defensores sobre los 4.000 hombres, el doble de los que había en realidad.
Inundación: Quizás la ardid más célebre es la anegación del campamento francés la víspera de San Bernabé. Para ello se coordinaron varios grupos de labriegos abriendo distintos canales y acequias de riego que desembocaban en la zona donde se había asentado Asparros y su hueste. Aunque algunas fuentes han apuntado a que en realidad se trata de un mito creado por imitación de lo sucedido durante el Milagro de Empel, eso es algo demostrablemente falso, ya que el Milagro tuvo lugar en diciembre de 1585, más de 60 años después.
Captura de banderas y cañones: El símbolo máximo de la victoria logroñesa fue la captura de estandartes enemigos en una salida nocturna, y de sus cañones durante la apresurada huida, algo que quedó debidamente reflejado en las actas municipales posteriores, donde se encuentran diversas anotaciones de la captura de “banderas del tiempo de los franceses” y "piezas de artillería".
Referencias
- ↑ Duque de Nájera a Carlos I, 13 de junio de 1521, AGS, Estado, 345, f. 109v.
- ↑ Duque de Nájera a Carlos I, 13 de junio de 1521, AGS, Estado, 345, f. 109v.
- ↑ Asparros a Francisco I, 6 de junio de 1521, BNF, Manuscrits, Français, 3.060, f. 10r.
- ↑ Asparros a Francisco I, 8 de junio de 1521, BL, Add. MS, 21.512, f. 5. Citado en TÉLLEZ ALARCIA, Diego, "La carta perdida de Asparros (Logroño, 8 de junio de 1521)”, Príncipe de Viana, 280, 2021.
- ↑ Testimonio de Pedro Vélez de Guevara, 4 de junio de 1521, AGN, Papeles Rena, C. 15, n.º 1-4 y carta del Almirante de Castilla a Carlos I, 21 de junio de 1521, AGS, Patronato Real, 1-96.
- ↑ Como se deduce de una cuenta de gastos de la muralla logroñesa entre 1498 y 1540 por el escribano de la artillería Pedro del Peso, AGS, Contaduría Mayor de Cuentas, 1.ª Época, 1047
- ↑ TÉLLEZ ALARCIA, Diego (2021). El cerco de Logroño de 1521: mitos y realidad. Instituto de Estudios Riojanos y Ayuntamiento de Logroño. p. 338-341. ISBN 978-84-9960-146-5.
- ↑ TÉLLEZ ALARCIA, Diego (2021). «Calahorra y la invasión Franco-Navarra de 1521: la emboscada del puente de Yesa y sus consecuencias». Kalakorikos, 26.
- ↑ Adriano de Utrecht a Carlos I, 11 de junio de 1521, AGS, Estado, 9-108.
- ↑ Información sobre los gastos el capitán Gonzalo de Oviedo tuvo durante el cerco de Logroño, 13 de agosto de 1521, AGS, Cámara de Castilla, 144-52.
- ↑ María Pacheco a Asparros, 23 de junio de 1521, BNF, Manuscrit Français, 3.092, f. 89.
- ↑ "Por mucha prisa que se dieron ya los enemigos habían pasado los vados”, Duque de Nájera a Carlos I, 13 de junio de 1521, AGS, Estado, 345, f. 109v.
- ↑ Privilegio de exención de pechos y tributos, 23 de mayo de 1523, AGS, Cámara de Castilla, Diversos, 41, 37.
- ↑ Duque de Nájera a Carlos I, 13 de junio de 1521, AGS, Estado, 345, f. 109v.
- ↑ MÁRTIR DE ANGLERÍA, Epistolario, T. XII, p. 173 (carta 726).
- ↑ El cerco de Logroño de 1521: La batalla que marcó la hegemonía en la Europa de Carlos V y Francisco I. Entrevista a Diego Téllez Alarcia Hercules
Bibliografía
- ALBIA DE CASTRO, Fernando, Memorial y discurso político por la muy noble y muy leal ciudad de Logroño en prueba y calificación de su justicia para que tenga efecto la merced que el rey don Juan el Segundo hizo el año de 1444 de voto en cortes en las de Castilla. Lisboa: Lorenzo Craesbeeck, 1633.
- ÁLVAREZ CLAVIJO, María Teresa, Logroño en el siglo XVI: arquitectura y urbanismo. Logroño: IER, 2003.
- ANGLERÍA, Pedro Mártir de, Epistolario, ed. y trad. de J. López de Toro, Documentos inéditos para la Historia de España, T. IX-XII. Madrid: Imprenta Góngora, 1953-1957.
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- MONTEANO SORBET, Peio J., La Guerra de Navarra (1512-1529): Crónica de la conquista española. Pamplona: Pamiela, 2010.
- MONTEANO SORBET, Peio, J., De Noáin a Amaiur (1521-1522). El año que decidió el futuro de Navarra. Pamplona: Pamiela, 2012.
- SANDOVAL, Prudencio de, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V. Madrid: P. Madoz y L. Sagasti, 1846
- TÉLLEZ ALARCIA, Diego (coord.), El cerco de Logroño de 1521: mitos y realidad. Logroño: Instituto de Estudios Riojanos y Ayuntamiento de Logroño, 2021.
- TÉLLEZ ALARCIA, Diego, «La carta perdida de Asparros (Logroño, 8 de junio de 1521)», Príncipe de Viana, 280, 2021.
- TÉLLEZ ALARCIA, Diego, «Calahorra y la invasión Franco-Navarra de 1521: la emboscada del puente de Yesa y sus consecuencias». Kalakorikos, 26, 2021, pp. 9–22.
Enlaces externos
- “500 Años del sitio de Logroño. Ciudadanía, historia y cultura” Ayuntamiento de Logroño